…y finalmente, después del tercer llamado de la maestra a visitarla en el colegio, me digné a ir hasta allá a ver de qué se trataba la urgencia. Claro, antes de eso, llamé a mi abogado para asesorarme en caso de que existiera por allí alguna amenaza. También llamé a la pediatra de mi hijo para verificar que todo estuviera bien en cuanto a su desarrollo. Después, contacté a otras mamás para asegurarme de que en el salón esta fulana estuviera haciendo bien su trabajo y claro, también quería saber si alguna de ellas estaba descontenta con su trabajo. Luego llame a una amiga psicólogo que conoce a mi hijo y le pregunte, como cosa mía, qué tal veía ella a Sebastián, a lo que respondió: “Amiga, yo lo veo normal”. Entonces, con toda esta información, fui hasta el colegio.
Al llegar, me hicieron esperar 15 minutos más o menos, como si mi tiempo no fuera importante. Al fin llego la maestra, comenzó a decirme algunas cosas buenas que ve en mi hijo. Inmediatamente, solté las cuatro piedras que traía en mi mano izquierda y el escudo de la mano derecha. Decidí escucharla silenciosamente y presté atención a sus palabras. Poco a poco me fue explicando que debo ayudar a mi hijo y hasta me dio ejemplos de cómo hacerlo. Resumió en veinte minutos el desempeño escolar de Sebastián y cómo podía ayudarlo a mejorar algunas cosas y a potenciar sus habilidades. Entendí todas las notas enviadas a casa y su insistencia en que las firmara y respondiera. Al salir de la reunión la maestra dijo: “Recuerde que estamos para ayudar”. Salí de allí con esas palabras rebotando en mi cabeza y entendí tantas cosas. Qué equivocada estaba…
¿Te parece familiar esta historia?
Es la de muchas mamás y papás que, al ser llamados por la maestra, se asustan a imaginan los peores escenarios de conversación con esta persona que, muchas veces, no solo querrá decirnos cosas importantes con relación a la crianza de nuestros hijos, sino también algunas otras que a nivel escolar es importante conocer. A veces quizás tan solo quiera hacerte una invitación a participar en las clases de tu hijo. Es cuestión de darnos oportunidad de escuchar con atención, sin prejuicios y estar dispuestos a dialogar.
Ampliar el canal de comunicación con la maestra de tu hijo es una forma inteligente de sumar esfuerzos para una mejor educación, ¡Inténtalo!
MSc. Zujhairi León De Graham